IDEARIO EDUCATIVO

El contexto de la realidad nacional, regional y mundial actual está signado por una fuerte tensión entre el doble proceso de globalización y fragmentación que pone de manifiesto características socio-culturales fuertemente contrastables. Por un lado, la producción científico-tecnológica acelera procesos de modernización y cambio que suponen el acrecentamiento de la calidad de vida; sin embargo, por otro lado, el aumento de la marginalidad, la pobreza y la injusticia muestran un peligroso estado de desintegración y conflictividad social.

Esta situación adquiere perfiles propios y marcadamente más agudos en nuestra comunidad, en la que las necesidades de mejoramiento de la calidad de vida- y por ende de la educación- y de recomposición de redes sociales de solidaridad y crecimiento comunitario generan demandas de diversa índole y fundamentalmente educativa a las que el Instituto José C. Paz, procura brindar respuestas viables.

En este marco contextualizador es que nuestra institución partiendo de una concepción humanista, se propone afianzar la educación como un proceso permanente y transformador (Ley 13.688) a través del cual se vayan desarrollando las potencialidades del hombre en tanto persona individual, socialmente integrada a una comunidad y esencialmente trascendente.

Sobre esta base la formación integral de la persona debe fundamentarse en el respeto por la singularidad Individual y por la libertad creativa que tiendan a la construcción de un proyecto de vida sólidamente arraigado y comprometido al proyecto comunitario de pertenencia.

En esta concepción el eje hombre realidad constituye no solamente su fundamento antropológico sino, además, la matriz filosófica que nutre de sentido a la vida y al trabajo del hombre. Y es a través de ese trabajo que el hombre conforma la cultura, entendida esta como la producción material y espiritual de un pueblo que se manifiesta en su modo de vida y es el resultado de su proceso creador.

La recreación cultural necesita de la elaboración y concreción de un Proyecto Educativo que revalorice la vida, la libertad, la paz, la solidaridad, la tolerancia, la igualdad, la justicia y el trabajo.

En este marco filosófico-antropológico y sobre la base de la necesidad de adecuar el nivel institucional del Vitae a nuestra conflictiva realidad, es que el mismo se asentará en principios de teorías del aprendizaje que permitan la resignificación del conocimiento en una educación democrática, flexible, y abierta al cambio, que posibilite a todos la inserción en una realidad social e individual compleja que demanda el desarrollo de capacidades acordes con las exigencias del mundo actual.

Para alcanzar estos fines se necesita de Directivos y Docentes que se desempeñen en el proceso de enseñanza-aprendizaje (concebido como vínculo gnoseológico y afectivo) con una capacitación acorde al objeto propio de su función: la conducción de la construcción de conocimientos escolares y científicos con metodologías y técnicas de estudio variadas, que estimulen la formación integral de los alumnos.

Por ello, el nuevo rol de la escuela en su relación con la comunidad educativa toda, requiere de Directivos, Docentes, Padres y alumnos que se comprometan con las funciones propias de una educación transformadora, sobre la base de la solidaridad, el cooperativismo, la producción creativa y la coherencia. Solamente así se logrará el ideal de persona y de educación planteados que darán sentido a nuestra identidad como institución.